-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.

(Platón)



viernes, 21 de enero de 2011

¿Azar inteligente o diseño estúpido?


Como el año pasado, éste también coincide que el profe de Ciencias para el mundo contemporáneo, Santiago, está tratando en clase el asunto del “Diseño Inteligente”, y que nosotros, en filosofía, estamos acabando con las cuestiones filosófico-naturales para pasar a tratar de los argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios, uno de los cuales pretende inferir esa existencia a partir del “hecho” (si es que lo es) de que la naturaleza muestra un nivel tan alto de orden que es imposible (o sumamente improbable) atribuírselo al azar o a una necesidad ciega, querríamos plantearos conjuntamente (interdisciplinarmente) este debate.

¿Qué tiene de científico, qué de filosófico, qué de religioso y qué de político esta polémica?
¿Por qué creéis que causa tanto malestar en ciertos grupos la teoría de la evolución? ¿Rebaja al hombre?
¿Es incompatible el evolucionismo con la creencia (religiosa o filosófica) de un autor inteligente del universo? ¿Por qué?

Como material para la reflexión os resumo ideas que figuran en textos que Santiago me proporcionó el año pasado:

Un tal M. J. Behe defiende el diseño inteligente como teoría científica, contraria al darwinismo. Según Behe hay que creer científicamente en el diseño inteligente porque hay “complejidades irreducibles” en los seres vivos, o sea, mecanismos que no podrían haberse formado por pequeños cambios, pero que no pueden funcionar si no están completos. Pone el ejemplo de una trampa para cazar ratones. Y dice que hay ejemplos similares en la biología.

Le contesta un tal Kenneth R. Miller, diciendo que, precisamente su ejemplo (la trampa de ratones) muestra su error, porque “Elimina dos de las partes (el gatillo y la barra de metal) y puede que no tengas una trampa de ratones pero tienes una máquina de tres partes que hace un clip de corbata o un clip de papel perfectamente funcional. Quita el resorte y tienes un llavero de dos partes. El gatillo de algunas trampas puede ser usado como un anzuelo y la base de madera como un pisapapeles; aplicaciones útiles de las demás partes incluyen una gran variedad de cosas como mondadientes, cascanueces y tablillas sujetapapeles. El punto, entendido desde hace mucho tiempo por la ciencia, es que pedazos y piezas de las máquinas supuestamente irreduciblemente complejas pueden haber tenido diferentes (pero aún útiles) funciones”.
Y acaba diciendo:
“Si Behe desea sugerir que las complejidades de la naturaleza, la vida y el universo revelan un mundo de significado y propósito consistente con una inteligencia divina, su punto es filosófico, no científico. Incidentalmente, es un punto de vista filosófico que yo comparto. Sin embargo, para apoyar este punto de vista, uno no debe encontrar necesario pretender que sabemos menos de lo que realmente sabemos sobre la evolución de los sistemas de vida. En el análisis final, la hipótesis bioquímica del diseño inteligente fracasa, no porque la comunidad científica se cierre a ella, sino por la razón más básica de todas: porque está abrumadoramente contradicha por la evidencia científica”.

W. A. Dembski se queja de que sólo en la biología se excluya la teoría del diseño inteligente, y no así en la búsqueda, por ejemplo, de vida inteligente en otros planetas. Dice que tenemos unos criterios para saber cuándo algo es fruto del diseño:


“La inteligencia deja tras de sí una marca o señal característica, la cual yo llamo "complejidad especificada." Un evento exhibe complejidad especificada si es contingente y, por lo tanto, no necesario; si es complejo y, por lo tanto, no fácilmente repetible al azar; y si es especificado en el sentido de exhibir un patrón dado independientemente.”


Dembski piensa que las mutaciones darwinianas son incapaces de explicar la gran complejidad de la vida.

R. T. Pennock contesta que no puede definirse (científicamente) Diseño por simple oposición a azar y necesidad, porque ni se excluyen esos conceptos ni cubren todas las posibilidades. Hacen falta pruebas positivas.
El principal argumento de Dembski, a saber, que lo biológico, al aumentar la complejidad y la información, viola el principio físico de que crecimiento de la entropía, es erróneo porque esa ley vale para los sistemas cerrados, pero los organismos son sistemas abiertos, es decir, que toman energía del exterior.


Aparte, la teoría del diseño inteligente no da ningún detalle comprobable: ¿qué hizo el diseñador, y cuando?

Además, os adjunto enlaces a algunos vídeos sobre el tema (el último es la quinta y última parte de un documental más largo)





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