-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.

(Platón)



lunes, 29 de noviembre de 2010

Del tiempo

Entre el profesor de Ciencias para el Mundo Contemporáneo (Santiago Falces) y yo, hemos organizado una especie de clases-coloquio ("interdisciplinar", que se dice) en el grupo de primero de Bachillerato de Ciencias acerca del Tiempo. Algunos alumnos han expuesto ya, el jueves pasado, sus investigaciones sobre diferentes aspectos de esa idea: el tiempo en la antropología, en la psicología, en la tecnología, en la física clásica y en la contemporánea, en la filosofía… Para la próxima sesión convinimos en ver el documental que os enlazo a continuación. Que disfrutéis “matando el tiempo”:





También podéis esta entrada

viernes, 26 de noviembre de 2010

Platón y Aristóteles se encuentran en el limbo (reedición)

P.- Hola, viejo alumno.
A.- Hola, maestro siempre joven.
P.- He oído que defiendes una teoría diferente a la mía, y que reniegas de mis ideas sobre el mundo de las ideas.
A.- Sí, maestro, lo siento. Hago caso a mi mente.
P.- Me parece muy bien. Eso demuestra que eres sabio, o llegarás a serlo. Y ¿qué pegas le encuentras a lo que pienso? ¿No estás de acuerdo con que hay Ideas, inmutables y universales, que no son fenómenos físicos y materiales?
A.- No es eso, maestro. Estoy del todo de acuerdo contigo en que los materialistas se equivocan, y no nos dicen de dónde salen las ideas universales, porque no las pueden sacar de la materia. La materia es informe, sin ninguna característica propia, así que no puede darse ni a sí misma las formas que adopta a cada rato.
P.- Muy bien, ¿entonces?
A.- Pero creo que quizás tú cometes el error contrario, al negar completamente lo material. ¿No dices que este mundo es sólo una ilusión, un reflejo, un sueño?
P.- Eso es. El mundo material es irracional, porque es y no es lo mismo a cada rato.
A.- Pero existe, creo yo. Tú no nos has explicado nunca cómo se produce esa ilusión. P.- Es una caída del alma, un olvido de la verdad.
A.- Y ¿por qué se olvidó el alma? Si todo fuese perfecto, como dices, no se produciría esa ilusión. Yo creo que el mundo no es una ilusión, sino algo real. Y no ganamos nada negándolo. Para explicar el cambio, creo yo, hay que aceptar que existen cosas inmutables, las formas, como las llamo yo, y algo mutable, como la materia, que coge unas formas y suelta otras. Tú tienes razón en que la forma es lo más importante, y hasta creo que existe una forma separada, el Dios, causa de todos los demás cambios pero inmutable él mismo. Pero te equivocas, creo, en que las formas existen separadas de la materia. Las formas son un aspecto de las cosas, y sólo las separa la mente. ¿No has confundido algo lógico con algo real? Corrígeme si estoy equivocado, maestro.
P.- Muchacho, siempre creí que tendrías tu propio pensamiento. Quizás tienes razón. Pero, dime: ¿las formas no existen, pues?
A.- No, no de manera independiente. Son aspectos de las cosas. ¿De qué sirve decir que todo está duplicado en otro mundo?
P.- O sea, que el círculo no existe fuera de los objetos circulares que hay en la naturaleza, esos que siempre cambian y nunca son perfectamente lo que son.
A.- Bueno, la forma del círculo está también en la mente, cuando lo separamos de la materia, por abstracción.
P.- ¿Y la mente si existe, es algo real?
A.- La mente es, también ella, un aspecto de ciertos seres, los inteligentes. Pero la mente no es una cosa independiente por sí misma, es una forma. No se puede separar, por lo menos la parte con la que percibimos el mundo, y la memoria y la imaginación.
P.- Muy bien. Entonces, si desapareciesen los objetos físicos, y las mentes que piensan, ¿el círculo dejaría de ser lo que es, según tú?
A.- El mundo nunca va a dejar de existir, porque nada puede destruirlo, ya que su movimiento circular es perfecto.
P.- Aunque fuese así, creo que puede imaginarse que desapareciese, o no hubiese existido. ¿Qué pasaría entonces con el círculo?
A.- Bueno, aún estaría en la mente.
P.- ¿En cual, si las mentes son formas de los cuerpos?
A.- Es que hay por lo menos una mente que no es forma de un cuerpo, la del Dios. Ahí siempre estarán las formas.
P.- ¿Y qué diferencia ves entre esa Mente Divina de la que hablas y mi Mundo de las Ideas?
A.- Quiero decir que las ideas no son objetos fuera de la Mente.
P.- Veamos, dices que sacamos la idea o forma círculo de ver muchos círculos. Pero ¿sacamos por abstracción, entonces, lo que no hay?
A.- No, sacamos lo que hay, formalmente.
P.- Entonces, el círculo, uno y el mismo, ¿está en infinitos sitios a la vez?
A.- Sí, la misma forma está en muchos objetos.
P.- Y ¿crees que la misma, exactamente la misma cosa, por ejemplo, el Círculo, puede estar en diferentes sitios a la vez? ¿Eso te parece más sensato que decir que lo que hay en diferentes sitios son sólo copias del mismo único ser, el Círculo en sí mismo?
A.- Pero ¿qué sentido tiene decir que existe algo que no está en ningún sitio?
P.- Bueno, yo digo que las Ideas están en sí mismas, en su propia realidad, como debe pasarle a este mundo físico tuyo ¿no? Pero, dime, ¿ese Dios del que hablas, tiene un conocimiento perfecto de las cosas?
A.- Perfectísimo.
P.- Y ¿las piensa como cambiantes y materiales?
A.- No, claro… porque él mismo no cambia.
P.- ¿Las piensa, entonces, eternas e inmutables?
A.- Sí.
P.- O sea, su pensamiento es perfecto, y piensa las cosas como eternas e inmutables, luego las cosas son, en verdad, así, eternas e inmutables, y somos nosotros, mentes imperfectas, las que lo vemos de manera cambiante ¿no se deduce eso?
A.- Sí parece.
P.- Y ¿qué es esa materia que dices tú que se mezcla con las formas?
A.- En sí misma no es nada, porque puede ser cualquier cosa.
P.- O sea, no tiene ninguna propiedad, pero ¿existe?
A.- No, no existe separada de la forma.
P.- Y ¿cómo la conoces?
A.- Porque veo que el cambio no se puede reducir a puras ideas estáticas.
P.- Pero ¿no tienes de la propia materia una Idea, la que yo he llamado Idea de Lugar, vacía y homogénea por todas partes?
A.- Sí.
P.- O sea, que si mezclas las otras Ideas con la Idea de Lugar ¿no tienes ya todas las cosas que ves?
A.- Puede ser, pero sigo diciendo que las ideas son estáticas, sin movimiento.
P.- Y ¿percibes tú el movimiento, o sólo Ideas en diferentes mezclas?
A.- No estoy seguro, maestro. Veo que el asunto es más difícil, y que podría haber estado otros veintitantos años en tu escuela…
P.- Los humanos tenemos un conocimiento incierto. Sigue intentando defender ese camino que has tomado, porque creo que tiene mucho a su favor.
A.- Gracias, maestro. Pero mejor sería que lo defendieras tú mismo.
P.- Yo soy un místico, y prefiero creer en mi mundo perfecto y en que todo lo demás es una ilusión. Tú tienes los pies más en el suelo. Esa teoría te pertenece por derecho propio.

martes, 23 de noviembre de 2010

Próxima tertulia: Crimen y castigo

A menudo se oye a la gente quejarse de que en nuestra legislación cometer delitos es muy “barato”. Los padres de Sandra, la muchacha asesinada en Sevilla (que ha sido un “espectáculo” en todos los medios de “comunicación”) han presentado un millón y medio de firmas pidiendo la cadena perpetua. (¿Qué creéis que resultaría si se sometiese a referendum la instauración de la Pena de Muerte, o incluso la de Apedreamiento (lapidación) o Linchamiento hasta la muerte para casos de violación o similares?). Sin embargo, las legislaciones de casi todos los países más “civilizados” y democráticos, han eliminado todo ese tipo de penas.



La cuestión es: ¿qué penas son las justas? ¿Qué criterio debe seguirse al Castigar al Malhechor? ¿Qué función tienen las Penas?

La más vieja teoría, al parecer, la Ley del Talión, dice que la justicia es sobre todo Retributiva (debe devolver a cada uno "lo suyo"), así que tiene que basarse en el Ojo por ojo (“quien a hierro mata, a hierro muera”, dice el Evangelio). Algunos importantes filósofos, como Kant, creían que es la única ley penal justa… Quien lo ha hecho –se oye decir- debe devolverlo. Pero ¿cómo puede devolverlo? ¿Qué “devuelve” el preso en la cárcel a la víctima?

Otros dicen que las Penas tienen (también) una función educativa, y debe buscarse la Reinserción. Pero, si alguien que ha asesinado a una persona, se arrepintiese, inmediatamente, de lo que ha hecho ¿Dejaría de “merecer” la pena? ¿estaría libre de Culpa?

Las Penas, se dice también, deben ser “proporcionales”. Pero ¿cómo puede hacerse eso? ¿Qué proporción hay entre un delito y su pena? Si a un asesinato le corresponde como pena justa la muerte, o treinta años de prisión... ¿qué le corresponde a cien asesinatos del mismo asesino?

En fin, esto de la “Justicia Penal” plantea muchas cuestiones para “comerse el tarro”, que es lo que queremos en estas tertulias. Así que os esperamos el Jueves 2 de Diciembre, a las seis, en el Carro de Tespis.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Nunca te descartes a ti mismo (reedición)

-¿De qué puedo estar completamente seguro? -se dijo Descartes un día que estaba seguro de que no estaba seguro de nada.

-Los sentidos son bastante mentirosos (o yo bastante estúpido al tomar su información al pie de la letra), así que, descartémoslos de momento.

-Peor ¿y si estoy en un sueño, en una ficción? ¿No decía don Calderón de la Barca (un día que, al parecer, estaba bastante despierto) que "toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son"? -se dijo Descartes-. ¿Puedo asegurar que no tiene razón? -se preguntó-. "No" -se contestó el solo (porque, como estaba solo, hablaba a menudo consigo mismo y era lo suficientemente educado como para responderse)-. Así que descartemos también el mundo.
-¿Hay, entonces, alguien ahí? No, si el mundo no existe no queda nadie, ni yo... ¿¡Eh!? ¿¡Cómo!? -exclamó monsieur Descartes, dando un brinco mental-. ¡No!¡no! eso no. Yo sí que tengo que estar, porque estoy pensando, así que...

Pero -pensó también (ya que llevaba un buen impulso pensante)-, si puedo pensar que pienso sin saber nada sobre mi cuerpo ni mi cerebro, entonces ¡SOY UNA SUSTANCIA PENSANTE! Y ADEMÁS ¡INDEPENDIENTE DEL CUERPO!
Al fin y al cabo ¿quién es este ser pesado que llevo a rastras como una sombra, y al que siempre me refiero en tercera persona, como si realmente no fuera... YO? ¿Quién es mi cerebro, al que ni tengo el gusto de conocer? Si lo viese en una foto o un escáner no lo (¿o "me"?) reconocería.

Así que Descartes se dijo, muy convencido, que él (YO) era sobre todo una mente, aunque unida a un cuerpo de forma misteriosa y no necesaria. Muy contento con su nuevo descubrimiento, se fue con su cuerpo a dar un paseo.

¿Qué te parece? ¿Crees que la mente es independiente del cuerpo en algún sentido? ¿Te ves sobre todo como una mente, una cosa pensante, antes que como un cuerpo? ¿Qué relación hay entre TÚ y TU CEREBRO?

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mente, Materia y Mundos (reedición)

Diálogo entre un materialista (M) y un idealista (I)

M.- ¿Entonces tú crees en espíritus y cosas así?
I.- ¿Quieres decir que si creo que existen las mentes? Claro (por lo menos la mía), y otras cosas no materiales, como son todas las ideas. Es más, de lo que dudo es de que lo físico y material tenga consistencia.
M:- ¿Cómo puedes creer eso? ¿Has visto alguna vez una mente o una Idea?
I.- Ver, con los ojos, no, claro. Tampoco he visto nunca un olor o un dolor o una esperanza. Pero “ver” con la inteligencia… Oye ¿qué crees que es lo que “ves” cuando piensas, y con qué crees que piensas tú?
M.- Pienso con el cerebro, por supuesto. La mente no es más que el funcionamiento del cerebro. Y las Ideas están en el cerebro y son producto del cerebro.
I.- O sea, que las Ideas (pongamos por caso, el Triángulo o el color Rojo), no existen fuera de tu cerebro.
M.- Claro. Del mío o del tuyo.
I.- Eso me parece muy extraño, porque yo no he visto mi cerebro y sí mis ideas. Yo creía que en el cerebro había neuronas y sangre, no ideas.
M.- Es que las Ideas no existen, en verdad. Llamamos ideas a lo que hace nuestro cerebro.
I.- Entonces ¿crees que el matemático, o cualquiera que quiera saber algo sobre las Ideas, debería ir a preguntarle al neurólogo? ¿Dirá el neurólogo, mirando en el cerebro, qué operaciones son exactas y cuáles no, quién razona correctamente y quién no? Y, como el propio neurólogo usa las ideas matemáticas y otras más, tendrá que mirar su propio cerebro, en cada momento, para saber si está razonando correctamente… ¿No te parece demasiado ridículo todo eso? ¿Crees que la matemática depende de la psicología o de la neurología, o más bien al revés?
M.- Todos los que tenemos un cerebro parecido podemos comprender las mismas ideas, no hace falta que le vayas a preguntar al neurólogo. Pero eso no quita para que estén en el cerebro. ¿Dónde van a estar, si no?
I.- Pero ¿no es verdad que los cerebros han surgido a lo largo de la historia del universo y han evolucionado, hasta nuestros días, y seguirán cambiando?
M.- Claro. Todo en la naturaleza está cambiando, o puede cambiar.
I.- Pero ¿entonces crees que las Ideas cambiarán con el cambio de los cerebros? Por ejemplo ¿dos más dos dejarán de ser, con el tiempo, cuatro, o el triángulo cambiará de área, o el Rojo se hará Azul?
M.- Sobre esto tengo dos teorías, y no sé cuál prefiero. A veces creo que las ideas matemáticas y las otras que parecen fijas, podrían, en verdad, cambiar, como cualquier cosa. Lo que pasa es que como se repiten siempre, creemos que no pueden fallar.
I.- O sea, que mañana podría ser que se volviese falsa la lógica de hoy, así que una cosa no tendría por qué ser igual a sí misma. Entonces, en esa época futura, cualquier absurdo es válido: yo, por ejemplo, soy yo y tú a la vez, y estoy aquí y allí, porque como ha cambiado la lógica… O, si tengo dos piernas y me cortan una, podrían quedarme tres ¿no? ¿Qué tipo de mundo sería ese? Yo, por lo menos, no podría entenderlo. Y la ciencia, incluida tu querida física y neurología, dejarían de ser correctas…
M.- Pero no hay por qué pensar que esas cosas vayan a cambiar, porque la verdad es que no son cosas, no son seres. Esa es la otra opción que tengo.
I.- ¿Qué quieres decir? ¿Qué son? ¿Por qué no cambian?
M.- Quiero decir que los números, por ejemplo, son simples palabras. Significan lo que nosotros queremos, por eso no van a cambiar, a no ser que lo decidamos. Te pongo un ejemplo: las reglas del ajedrez, mientras queramos respetarlas, serán así, no cambiarán.
I.- ¿Quieres decir que son un convenio nuestro? ¿O sea, que yo me puedo inventar otras? Y ¿me puedo inventar otra lógica y otra matemática, en la que, por ejemplo, una cosa no sea igual a ella misma y tres sea menor que dos?
M.- Y ¿por qué no? Al fin y al cabo todas esas ideas de la lógica las hemos inventado y creemos en ellas sólo porque nos conviene que las cosas se estén quietas y sean previsibles. Pero, que las Ideas resulten útiles, sobre todo a los cobardes que querrían un mundo sin sorpresas, no quiere decir que sean verdaderas. Nunca podremos saber cómo es el mundo, ni siquiera qué pasará dentro de un segundo. Cada especie, o cada individuo, se monta sus ideas, según sus intereses. Pero vosotros, los idealistas, confundís vuestra fe con la verdad.
I.- Eso suena muy bonito, y muy valiente. Pero ¿cómo te atreves entonces tú a hablar, si para eso necesitas usar este lenguaje que dices que es un invento de cobardes?
M.- Hablo con tus palabras, con tus creencias, no con las mías.
I.- Y ¿con qué palabras tuyas hablas de las cosas? ¿Tienes alguna forma de decir algo que sea verdad? Ya que se inventa cada uno cómo ve el mundo según sus intereses ¿por qué no te inventas que las cosas te obedecen en todo momento? ¿O es que eso no te resultaría interesante?
M.- Bueno, muy bien, eres muy hábil para mostrar los fallos de los demás, pero ¿quieres explicarme cómo crees que un ser como tú o yo, que somos de carne y hueso, y tan mortales como las moscas, podemos comprender verdades eternas?
I.- Sí, eso es un gran misterio. Yo creo que, si podemos pensar Ideas, y saber que no cambian, es que nosotros mismos somos como ellas, inmortales e inmateriales.
M.- ¡Eso es mitología! ¿Dónde están las Ideas, y las Mentes o Espíritus?
I.- ¿Dónde? Hombre, en ningún sitio, porque no son cosas espaciales o materiales.
M.- Pues eso, y lo que no está en ningún sitio, no existe.
I.- Puede ser. Pero, dime ¿dónde están los objetos físicos, lo material, que dices tú que es lo único que existe?
M.- ¿Cómo que dónde están?
I.- Sí, que dónde están. Dices que todo está en algún lugar…
M.- Claro. Cada cosa está en un lugar, rodeado de otras, en el espacio, y en el tiempo.
I.- Y el espacio y el tiempo ¿dónde están?, y ¿cuándo?
M.- No te entiendo.
I.- Si existen tienen que estar, según tú, en algún lugar y en algún tiempo. ¿En qué lugar y en qué tiempo están el lugar y el tiempo (y con ellos, claro, las demás cosas materiales, que están en ellos)? Por ejemplo, ¿ocupa lugar el espacio? ¿Pasa el tiempo por el tiempo?
M.- Es que tiempo y espacio no son cosas, son ideas nuestras.
I.- ¿Y qué cosas no son ideas? ¿No son ideas también las masas, las fuerzas, los colores…? O sea, ¿todo?
M.- Sí, en cierto modo. Todo lo representamos con nuestras ideas.
I.- Y no tenemos otra forma de hacerlo. Luego, todo lo que existe son simples ideas, mezcladas.
M.- Pero las ideas no existen, insisto, son el producto de nuestra actividad cerebral.
I.- Si es así, quitémoslas. ¡A ver qué te queda! ¿Puedes conocer qué es un cerebro, o cualquier hecho físico, sin tener Ideas? ¿Crees que alguna vez la ciencia eliminará la mente y las ideas? Se eliminaría a sí misma ¿no te das cuenta? Si todo cambia, nada se puede entender. Y es absurdo creer que un pensamiento es, en realidad, un movimiento físico. Me parece más fácil pensar lo contrario, o sea, que un movimiento es una representación mental.
M.- A mí, en cambio, me parece absurdo pensar que todo está en la mente y que existen cosas que no están en ningún sitio. Pero todo lo que dices me hace pensar, y veo que no es tan fácil solucionar esto.
I.- Estoy de acuerdo, es muy difícil. ¿Cuánto tiempo crees que lleva la humanidad dándole vueltas a esto? Siempre ha habido idealistas que han creído en “espíritus”, como dices tú, y otros que lo han negado, materialistas como tú.
M.- Quizás sean cuestiones sin respuesta, o mal planteadas, y no las resolveremos nunca.
I.- Lo que no quiere decir que nos las podamos quitar de encima, yo por lo menos. Además, las creo muy importantes, porque tratan sobre el verdadero sentido de las cosas.
M.- Bueno, también se puede vivir sin ellas, si no estás enfermo del virus de la filosofía.


¿Qué postura te convence más? ¿Se te ocurren otros argumentos para alguna de ellas?

viernes, 12 de noviembre de 2010

Medidas de control

El otro día, el claustro del instituto decidió con casi total unanimidad (sólo hubo un voto en contra) cerrar durante los periodos de recreo las pistas deportivas (es decir, más de la mitad de la superficie del centro) porque hay algunos alumnos que se esconden entre las gradas para fumar y es imposible controlarlos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Próxima tertulia: la Amistad (MODIFICADA: VER FECHA)

(ATENCIÓN: CAMBIO DE FECHA)

¿Qué hay más importante que tener amigos? “Entre los amigos, todo es común”, decía un dicho griego. Todo el mundo (o casi) cree que la amistad es lo más importante, o una de las cosas más importantes. Pero ¿por qué? ¿Qué es un amigo?



¿Será que un amigo es algo muy “beneficioso”? Desde luego: nadie quiere por amigos a los que le hacen sufrir, ¿no? Sin embargo, solemos decir que la buena amistad no tiene nada de egoísta. El ejemplo ideal de amigo, parece ser, no es el que piensa “hoy por ti, mañana por mí”, o sea, el que te beneficia para que se lo devuelvas.., sino más bien el que es capaz de sufrir las mayores penalidades por el amigo.

Pero, entonces, ¿qué buscamos en un amigo? ¿Será que buscamos a los que nos son afines o semejantes (nuestros otros yo)? En ese caso, nadie es más amigo de uno mismo que uno mismo. Pero, entonces, la amistad consiste en rechazar de nuestro lado a los que son diferentes… Además, ¿no es un poco estúpido (además de egoísta) quererse sobre todo a sí mismo y a los que son como uno, cuando todos sabemos que no somos lo mejor que hay en el mundo? ¿No deberíamos querer como amigos a los que nos pueden enseñar? Claro que, en ese caso, ¿qué interés tendría el otro en ser nuestro amigo, si no podemos aportarle mucho?

Se dice que decía Aristóteles, “¡ay, amigos: no hay amigos!” ¿Será esto verdad?

Os espero en la tertulia, el JUEVES 18 de Noviembre) a las seis de la tarde, en el Carro de Tespis.

martes, 2 de noviembre de 2010

¿Dónde están las cosas? (reedición)

Una manera de intentar contestarse (o por lo menos preguntarse) QUÉ ES LO REALMENTE REAL, es empezando por lo siguiente:

¿Dónde están EL DOS, EL CÍRCULO, LA BLANCURA, YO…?

Respuestas posibles:

A) Están en los objetos físicos pares, redondos, blancos… y yo estoy en (o sea, soy) mi cuerpo y mis actos físicos, y también están en los cerebros que piensan en esas ideas. O sea,
son cualidades materiales, porque todo es material o físico.

B) Están en su propia realidad, que no es material o física, sino que es eterna y no cambia (inmutable), pero que es tan real o más que el mundo físico. Ni en los cuerpos ni en los cerebros pueden estar las ideas. Lo que hay en ellos es sólo un reflejo o participación de las ideas.
Las Ideas son inmateriales

¿Cuál de estas dos teorías te parece más verdadera o cercana a la verdad? ¿Qué problemas ves en cada una de ellas?