-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.

(Platón)



viernes, 26 de febrero de 2010

Máquinas, personas, amor y muerte

Si escuchamos lo que nos dice la ciencia (al menos superficialmente) oiremos que los animales (y nosotros, con ellos) somos máquinas químicas de supervivencia ciega. Los poetas siempre se han quejado de que la ciencia rebaja las cosas cuando las estudia. Como hace poco hemos hablado también de la muerte, voy a proponeros mezclar todo eso. Leed este poema, de Antonio Colinas (pero preparad antes un pañuelo):




A nuestro perro, en su muerte

Es la última noche
y no es fácil dormir porque detrás del muro
intuimos tu muerte.
Así que he acabado por salir a buscarte
a tientas en la sombra
y en ella te he encontrado respirando
aún como una llama
(como llama en lucerna sin aceite).


Hoy, sobre todo, sentimos dolor
al pensar en lo mucho que nos diste
y en lo poco, tan poco, que te dimos.
Porque ha sido mucha la soledad que fuiste
llenando con tu clara soledad
y el diálogo sabio aquel de tu mirada
con mi mirada, de tus silencios
con mis silencios
en el centro del día.

Con cuánta lentitud, con qué dulzura
te vas, amigo mío, arrastrando
por el río de la sombra que es la noche,
por el río de estrellas que es la noche,
por el río de muerte que es la noche.
Y cómo calla ahora el jardín, y cómo calla
el bosque vaciado
de aquellos ruiseñores de junio
de los que tus ladridos nocturnos fueron luna.

Qué silencios tan negros y tan hondos
caen sobre esos dos ojos como estanques,
sobre esos ojos como hogueras negras.
Postrado en miserable rincón
fidelísimo aún,
no te mueves, nada haces cuando llego
para no inquietarnos.
Aunque el dolor penetra más y más en tu ser
tú callas, callas manso –todavía más manso-,
y en esa mansedumbre se propaga
tu fiel adiós.

No temas, no le ladres a la Sombra
esa que al alba llegará muy ciega
a arrancarte los ojos, la vida, en el límite.
Aunque quedamos tristes
porque no alcanzaremos a saber,
también sabemos que desde mañana,
como volcán de luz,
toda la isla ya será tu cuerpo.

Algunos dirán que Colinas humaniza demasiado al animal, lo considera una persona. ¿Debería, más bien, mecanizarlo, y con él a sí mismo...?
¿Creéis que pueden conjugarse la mirada del científico y la del poeta? ¿Cómo?
¿Cuál de esas miradas os parece “mejor”, que nos acerca más a la esencia del animal?
¿Cómo prefieres ver el mundo, como científico o como poeta?

miércoles, 24 de febrero de 2010

Tertulia tres (trestulia)

El próximo jueves, dia 4, a las 6 de la tarde, tendrá lugar (y tiempo) la próxima tertulia. El tema:

¿Dios ha muerto?


Eso dijo, hace poco más de cien años, el filósofo F. Nietzsche, queriendo decir que ahora la gente no puede seguir creyendo que haya una realidad trascendente que le de sentido a nuestras vidas, las contempla y las juzga… Pero la consecuencia de esa “pérdida de Dios”, cree Nietzsche, tiene que ser el Nihilismo, o sea, el reconocimiento de que nada tiene en sí valor ni sentido, salvo el que queramos darle nosotros, cada uno de nosotros. Y eso significa, también, que no hay ninguna moral universal, como la que pretenden los derechos humanos (o el socialismo, o cualquier otro proyecto ético-político que no sea totalmente individualista).

Ya había dicho Dostoievski que, si Dios no existe, todo está permitido.

¿Es todo eso verdad?
¿Ha “muerto” Dios? ¿Es imposible ya creer (inteligentemente) en algo sobrenatural y perfecto? ¿Ha desaparecido o va a desaparecer Dios de la cultura humana?
¿Ha acabado la ciencia con toda creencia sensata?
¿Tiene sentido la existencia, si es fruto de la casualidad o la necesidad ciega?
¿Podemos darle nosotros, cada uno, sentido a lo que en sí no lo tiene?
¿La pérdida de Dios supone que “todo vale”? Si no es así ¿cómo se puede justificar que hay que respetar ciertas normas?

Estas y otras muchas preguntas podemos hacernos ese día. Os esperamos.

viernes, 19 de febrero de 2010

¿Azar inteligente o diseño estúpido?


Aprovechando que mi compañero, Santiago, está tratando en clase de Ciencias para el Mundo Contemporáneo, el asunto del “Diseño Inteligente”, y que nosotros, en filosofía, estamos empezando con el tema de los argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios, uno de los cuales pretende inferir esa existencia a partir del “hecho” (si es que lo es) de que la naturaleza muestra un nivel tan alto de orden que es imposible (o sumamente improbable) atribuírselo al azar o a una necesidad ciega, querríamos plantearos conjuntamente (interdisciplinarmente) este debate.

¿Qué tiene de científico, qué de filosófico, qué de religioso y qué de político esta polémica?
¿Por qué creéis que causa tanto malestar en ciertos grupos la teoría de la evolución? ¿Rebaja al hombre?
¿Es incompatible el evolucionismo con la creencia (religiosa o filosófica) de un autor inteligente del universo? ¿Por qué?

Como material para la reflexión os resumo ideas que figuran en textos que Santiago me ha proporcionado.

Un tal M. J. Behe defiende el diseño inteligente como teoría científica, contraria al darwinismo. Según Behe hay que creer científicamente en el diseño inteligente porque hay “complejidades irreducibles” en los seres vivos, o sea, mecanismos que no podrían haberse formado por pequeños cambios, pero que no pueden funcionar si no están completos. Pone el ejemplo de una trampa para cazar ratones. Y dice que hay ejemplos similares en la biología.

Le contesta un tal Kenneth R. Miller, diciendo que, precisamente su ejemplo (la trampa de ratones) muestra su error, porque “Elimina dos de las partes (el gatillo y la barra de metal) y puede que no tengas una trampa de ratones pero tienes una máquina de tres partes que hace un clip de corbata o un clip de papel perfectamente funcional. Quita el resorte y tienes un llavero de dos partes. El gatillo de algunas trampas puede ser usado como un anzuelo y la base de madera como un pisapapeles; aplicaciones útiles de las demás partes incluyen una gran variedad de cosas como mondadientes, cascanueces y tablillas sujetapapeles. El punto, entendido desde hace mucho tiempo por la ciencia, es que pedazos y piezas de las máquinas supuestamente irreduciblemente complejas pueden haber tenido diferentes (pero aún útiles) funciones”.
Y acaba diciendo:
“Si Behe desea sugerir que las complejidades de la naturaleza, la vida y el universo revelan un mundo de significado y propósito consistente con una inteligencia divina, su punto es filosófico, no científico. Incidentalmente, es un punto de vista filosófico que yo comparto. Sin embargo, para apoyar este punto de vista, uno no debe encontrar necesario pretender que sabemos menos de lo que realmente sabemos sobre la evolución de los sistemas de vida. En el análisis final, la hipótesis bioquímica del diseño inteligente fracasa, no porque la comunidad científica se cierre a ella, sino por la razón más básica de todas: porque está abrumadoramente contradicha por la evidencia científica”.

W. A. Dembski se queja de que sólo en la biología se excluya la teoría del diseño inteligente, y no así en la búsqueda, por ejemplo, de vida inteligente en otros planetas. Dice que tenemos unos criterios para saber cuándo algo es fruto del diseño:


“La inteligencia deja tras de sí una marca o señal característica, la cual yo llamo "complejidad especificada." Un evento exhibe complejidad especificada si es contingente y, por lo tanto, no necesario; si es complejo y, por lo tanto, no fácilmente repetible al azar; y si es especificado en el sentido de exhibir un patrón dado independientemente.”


Dembski piensa que las mutaciones darwinianas son incapaces de explicar la gran complejidad de la vida.

R. T. Pennock contesta que no puede definirse (científicamente) Diseño por simple oposición a azar y necesidad, porque ni se excluyen esos conceptos ni cubren todas las posibilidades. Hacen falta pruebas positivas.
El principal argumento de Dembski, a saber, que lo biológico, al aumentar la complejidad y la información, viola el principio físico de que crecimiento de la entropía, es erróneo porque esa ley vale para los sistemas cerrados, pero los organismos son sistemas abiertos, es decir, que toman energía del exterior.


Aparte, la teoría del diseño inteligente no da ningún detalle comprobable: ¿qué hizo el diseñador, y cuando?

Además, os adjunto enlaces a algunos vídeos sobre el tema (el último es la quinta y última parte de un documental más largo)





jueves, 11 de febrero de 2010

Próxima tertulia

El jueves próximo, a eso de las seis, haremos nuestra segunda tertulia, en El Carro de Tespis (Café-teatro) de Sax. Esta vez será “en abierto”, y seguramente asistirán personas y otros seres del pueblo (y de otros pueblos y países).


El tema que trataremos será ¿Por qué somos malos? Es un poco la continuación del debate anterior y, a la vez, una invitación a los nuevos debatidotes.

Todo el mundo, más o menos, sabe que hacemos el mal adrede, a sabiendas. Los malos saben (sabemos) qué está bien y mal, y sabemos que lo que hacemos está mal, pero lo hacemos, convirtiéndonos así en culpables y merecedores de nuestro castigo.

Pero ¿por qué hacemos el mal? ¿Qué sacamos?
¿Nos dejamos tentar? ¿Por qué? Y ¿es eso, malo?

Y ¿por qué unas personas son(mos) más malas que otras?
Os esperamos (pero venid sólo si os moriríais en caso contrario, y no por curiosidad ni para hablar por hablar, ni para soltar un discurso… Porque si somos muchos, no habrá sitio para tantas lenguas)

lunes, 8 de febrero de 2010

El misterio de la vida: la muerte

¿Cómo es morirse?


Mucho se habla del misterio del vida, pero quizás el mayor misterio de la vida es… la muerte, el misterio de la muerte.
Algunos dicen que, si no muriésemos, no existirían las religiones ni las filosofías.
Unos creen que la existencia de la muerte es la prueba definitiva de que la vida no tiene ningún sentido (más que el que pudieras darle tú, si puedes hacer algo así); otros, en cambio, se atreven a decir que precisamente la muerte es la que le da sentido a la vida, que es un don (la muerte). Para otros, simplemente es.

Hace unos días murió una persona que yo conocía personalmente. La pregunta inmediata, quizás infantil, es ¿dónde está, ahora? (¿dónde estaré yo, cuando no esté?). La respuesta de que no está(s) en ninguna parte es desconcertante, si lo piensas un poco (o si lo sientes). ¿Qué era, entonces, esa persona? ¿Era un montón de materia, una suma de átomos, que se han ido cada uno a otro lado, o se han transformado en otras formas de energía? Pero, entonces, ¿qué es la identidad personal, la unidad del Yo, de esa persona? ¿Puede, una simple suma, tener conciencia y pensar centralizadamente, diciendo “yo creo que…”?

¿Cómo es morirse?
¿Tiene sentido la vida, si existe la muerte (o precisamente por eso)?
¿Cómo sería la vida si no muriésemos?