"¿Cuál es el valor de la filosofía y por qué debe ser estudiada? Es tanto más necesario considerar esta cuestión, ante el hecho de que muchos, bajo la influencia de la ciencia o de los negocios prácticos, se inclinan a dudar que la filosofía sea algo más que una ocupación inocente, pero frívola e inútil.
Esta opinión sobre la filosofía parece resultar, en parte, de una falsa concepción de los fines de la vida, y en parte de una falsa concepción de la especie de bienes que la filosofía se esfuerza en obtener.
Las ciencias físicas, mediante sus invenciones, son útiles a innumerables personas que las ignoran totalmente. Esta utilidad no pertenece a la filosofía. Debemos liberar nuestro espíritu de los prejuicios de lo que se denomina equivocadamente «el hombre práctico». El hombre «práctico», en el uso corriente de la palabra, es el que sólo reconoce necesidades materiales, que comprende que el hombre necesita el alimento del cuerpo, pero olvida la necesidad de procurar un alimento al espíritu. Si todos los hombres vivieran bien, si la pobreza y la enfermedad hubiesen sido reducidas al mínimo posible, quedaría todavía mucho que hacer para producir una sociedad estimable; y aun en el mundo actual los bienes del espíritu son por lo menos tan importantes como los del cuerpo.
El valor de la filosofía debe hallarse exclusivamente entre los bienes del espíritu, y sólo los que no son indiferentes a estos bienes saben que estudiar filosofía no es perder el tiempo. La filosofía, como todos los demás estudios, aspira primordialmente al conocimiento. El conocimiento a que aspira es aquella clase de conocimiento que nos da la unidad y el sistema del cuerpo de las ciencias, y el que resulta del examen crítico del fundamento de nuestras convicciones, prejuicios y creencias.
No se puede sostener que la filosofía haya obtenido un éxito realmente grande en su intento de proporcionar una respuesta concreta a estas cuestiones. Si preguntamos a un matemático, a un mineralogista, a un historiador, o a cualquier otro hombre de ciencia, qué conjunto de verdades concretas ha sido establecido por su ciencia, su respuesta durará tanto tiempo como estemos dispuestos a escuchar. Pero si hacemos la misma pregunta a un filósofo, y éste es sincero, tendrá que confesar que su estudio no ha llegado a resultados positivos comparables a los de las otras ciencias.
Sin embargo, esto es sólo una parte de la verdad. Hay muchos problemas —y entre ellos los que tienen un interés más profundo para nuestra vida espiritual— que, en los límites de lo que podemos ver, permanecerán necesariamente insolubles para el intelecto humano, salvo si su poder llega a ser de un orden totalmente diferente de lo que es hoy. ¿Tiene el Universo una unidad de plan o designio, o es una fortuita conjunción de átomos? ¿Es la conciencia una parte del Universo que da la esperanza de un crecimiento indefinido de la sabiduría, o es un accidente transitorio en un pequeño planeta en el cual la vida acabará por hacerse imposible? ¿El bien y el mal son de alguna importancia para el Universo, o solamente para el hombre? La filosofía plantea problemas de este género, y los diversos filósofos contestan a ellos de diversas maneras. Por muy débil que sea la esperanza de hallar una respuesta, es una parte de la tarea de la filosofía continuar la consideración de estos problemas, haciéndonos conscientes de su importancia y manteniendo vivo este interés especulativo por el Universo, que nos expondríamos a matar si nos limitáramos al conocimiento de lo que puede ser establecido mediante un conocimiento definitivo.
De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre.
Aparte esta utilidad, la filosofía tiene un valor —tal vez su máximo valor— por la grandeza de los objetos que contempla, y la liberación de los intereses mezquinos y personales que resultan de aquella contemplación. La vida del hombre instintivo se halla encerrada en el círculo de sus intereses privados: la familia y los amigos pueden incluirse en ella, pero el resto del mundo no entra en consideración, salvo en lo que puede ayudar o entorpecer lo que forma parte del círculo de los deseos instintivos. Esta vida tiene algo de febril y limitada. En comparación con ella, la vida del filósofo es serena y libre. El mundo de los intereses instintivos, es pequeño en medio de un mundo grande. Este género de vida no conoce la paz, sino una constante guerra entre la insistencia del deseo y la importancia del querer. Si nuestra vida ha de ser grande y libre, debemos escapar, de uno u otro modo, a esta prisión y a esta guerra. Un modo de escapar a ello es la contemplación filosófica.
La contemplación filosófica, cuando sus perspectivas son muy amplias, no divide el Universo en dos campos hostiles: los amigos y los enemigos, lo útil y lo adverso, lo bueno y lo malo; contempla el todo de un modo imparcial. El egoísmo considera el mundo como un medio para sus propios fines; así, cuida menos del mundo que del yo, y el yo pone límites a la grandeza de sus propios bienes. En la contemplación, al contrario, partimos del no yo, y mediante su grandeza son ensanchados los límites del yo; por el infinito del Universo, el espíritu que lo contempla participa un poco del infinito.
El espíritu acostumbrado a la libertad y a la imparcialidad de la contemplación filosófica, guardará algo de esta libertad y de esta imparcialidad en el mundo de la acción y de la emoción. Considerará sus proyectos y sus deseos como una parte de un todo. La imparcialidad que en la contemplación es el puro deseo de la verdad, es la misma cualidad del espíritu que en la acción se denomina justicia, y en la emoción es este amor universal que puede ser dado a todos y no sólo a aquellos que juzgamos útiles o admirables. Así, la contemplación nos hace ciudadanos del Universo, no sólo de una ciudad amurallada, en guerra con todo lo demás. En esta ciudadanía del Universo consiste la verdadera libertad del hombre, y su liberación del vasallaje de las esperanzas y los temores limitados".
¿Qué cosas tienen verdadero valor en sí mismas, y no sólo como medios?
¿Está el conocimiento entre ellas? ¿En qué lugar?
¿Qué es más cierto, que "el ignorante es feliz" o que "la verdad nos hará libres"?
Aida Navarro.
ResponderEliminarYo creo que tienen verdadero valor en sí mismas las cosas abstractas y eternas, por ejemplo cualquier objeto material no es eterno y no tiene un valor en sí mismo,y si creemos que si es porque tal vez nos aporte un bien estar personal. Todo lo que utilizamos como medios no tiene ninguna importancia y sin embargo la vida nos la plantean como un camino en la que todo son medios para conseguir un "algo" que ni te importa. El conocimiento es una de las cosas más importantes, es algo realmente tuyo, es eterno e infinito y a cualquier persona le gustaría saber más de lo que sabe. Tal vez halla quien no se de cuenta nunca y quien se de cuenta al final de su vida cuando han cumplido todas sus expectativas, todo aquello que aprendieron que debían hacer. Por ejemplo siempre nos dicen que estudiemos para tener un buen futuro, una buena vida...pero realmente cuando todo eso se acaba ¿que te queda?, cuando te haces viejo y ya has sido una buena persona, has trabajado mucho, has ganado mucho dinero...Yo opino que te queda el conocimiento, todo lo aprendido y todo lo que has disfrutado y por eso es lo más importante.
Aída, estoy de acuerdo contigo (pero conozco gente que va a pensar que somos unos ingenuos empalagosos y hasta quizás unos mentirosos). ¿Por qué no todo el mundo ve las cosas tan claras como B. Russell y tú?
ResponderEliminar(¡Ah! ¡Espero que durante el curso no me preguntes nunca por la nota y esas pequeñeces!! -es broma :) )
Las preguntas que planteas son dificiles, por que veamos, decimos que las cosas que tienen verdadero valor no sirven para nada, un ejemplo serian las personas no?
ResponderEliminardecimos que realmente apreciamos a ese alguien cuando el unico fin que tiene que tener es ser alguien, pero esto no es cierto, por que quien no ha tenido a alguien que lo halla manipulado alguna vez?, o simplemente mirar a la gente que trafica con personas, entonces, es por que esas personas no tienen valor por si solas, no son quizas médicos o abogados en su pais,y por que aqui no tienen valores?,entonces si las personas no son un ejemplo de valores o algo con valor, que lo es?
con tu tercera pregunta no se si podria contestarte a la segunda, por que todos queremos ser inteligentes, y que quizas nos alaven por ello, pero no queremos tener las obligaciones que ser inteligente conlleva,es decir no queremos comprender lo que nos dicen,y asi poder campar a nuestras anchas, como por ejemplo cuando alguien mata a otro alguien si a sido en (y entre comillas ``defensa propia´´) no queremos ser imputados por ello, pero si lo hace otro si.
creo que mas bien te he devuelto la bola, no se si por que no sabria que decirte,quizas por que no se como razonarlo o expresarlo...
Draks, bienvenida,
ResponderEliminarsabes expresarlo y razonarlo muy bien.
Aunque se usa a las personas como medios (en los ejemplso que pones y en otros) eso se considera inmoral e injusto, así que, en verdad, todos creemos que las personas tienen valor en sí mismo. Otra cosa es que podamos ser útiles para los demás, pero siempre por decisión libre y racional de uno mismo, y eso es lo que se pervierte en tus ejemplos.
En cuanto a lo último que dices, es un tema muy difícil. No estoy seguro de que la gente prefiera la irreponsabilidad al precio de la ignorancia.
De todas formas, la pelota se la pasas a todos los demás...
hola, la verdad esque las preguntitas se las traen, llevo un rato pensando y tal pero no termino de sacar una respuesta que me convenza a mi mismo, aunque pensandolo bien tambíen es normal ¿no? estas preguntas se las han hecho filosofos a lo largo de la historia, y sería curioso si ahora llegaramos alguno de nosotros y dieramos con la clave ¿no?
ResponderEliminarDe todas formas voy a dar mi opinión sobre todo en la ultima pregunta.
Una pregunta que yo siempre me he hecho, sobre todo desde que vi la pelicula de matrix, en la que los agentes(malos en la pelecula)le ofrecen a uno la oportunidad de saber la verdad de todo lo que ocurre y este la rechaza por que no le gusta como es la verdad, y prefiere ser ignorante pero feliz.
Pues bien yo nunca he entendido muy bien esta actitud, porque vale que la verdad pueda llegar a hacer que uno este peor y que por momentos quiera que nunca se hubiera enterado, pero.. ¿realmente se desea vivir en un engaño? ¿estamos mejor viviendo en una mentira? ¿sera verdad que no queremos salir de la caverna?
Anda yo tambien, que menuda reflexión he hecho, he acabado preguntando lo mismo de arriba, jaja.
Bueno lo que yo pienso esque, en el fondo todos queremos saber, y que siempre vamos a preferir saber la verdad por muxo que nos duela.
Javier,
ResponderEliminarpareces otro "enfermo" del mal de la caverna (el exceso de humedad, que no es bueno, ya lo decía mi abuela).
Pero estoy de acuerdo contigo, todos queremos saber la verdad aunque duela, pero creo también que, en el fondo, pensamos que la verdad no puede ser tan terrible (o sea, que la peli acaba bien, si es que no está bien ya, y no nos damos cuenta... ¿Eso es posible?
pues posiblemente sea posible, aunque arriba he dado mi opinión es solamente la que mas me convence,(o la que menos se contradice) tambíen he dixo que no era capaz de dar una respuesta del todo convincente.
ResponderEliminarPienso que la verdad puedo ser terrible o no, segun la circunstancia, pero siempre se prefiere saber la verdad al fin y al cabo.
Ejemplo, si tu mujer o marido te engaña con otro, aunque doliera, ivas a ser mas feliz sabiendolo, a ser un ignorante. Ademas la ignorancía es una palabra que yo particularmente no puedo aguantar, me cuesta hasta escribirla. ¿No dícen que es la ignorancía la base de todos los males?
¿Ves como es que estás enfermo, que no puedes aguantar escribir ignorancia? Había no sé quien que dijo "la ignorancia es la raiz cuadrada de todos los males": o sea, que todos los males se derivan de ahí. Pero otros dicen que los sabios son muy malos (¿o es que no has visto las películas, donde un malvado sabio esclaviza a los demás y los convierte en covallas o yo qué sé?)
ResponderEliminarla verdad esque tienes razón, creo que si vivieramos en una sociedad donde gobernaran los sabíos, al final del poder que tendrian se corromperían la mayoria, y no serian del todo justos.
ResponderEliminarEl poder muchas veces conlleva al camino del mal. A no ser que tengas la cabeza muy muy muy bien amueblada.
Hola
ResponderEliminarA mi me parecería tortura el no saber la verdad sabiendo que existe una, preferiría morir, como el gato, antes que quedarme con la curiosidad.
Y según Pablo Boullosa, escritor mexicano, yo soy de ahí, dice que hay dos tipos de ignorancia, el no lo dice así, pero tratando de hacer una síntesis con el artículo "Socrates reloaded" del blog filosofía para cavernícolas, lo arreglaré de esta forma: Hay dos tipos de ignorancia (según el articulo, dos tipos de ignorantes) la que no hace permanecer en donde estamos (quienes no se saben ignorantes), y la que nos empuja a crecer, a cuestionarnos y buscar la verdad(los que se saben ignorantes).
https://m.youtube.com/watch?v=1mV2h1MsiMc
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