(Conversación inesencial)
Covadonga.- Hola, Mari Re.
Maria Refugia.- Hola, Cova ¿qué tal?
C.- Vas a ser tú la primera en saberlo.
M. R.- ¿El qué?
C.- Voy a hacerme budista… creo (todavía no me he decidido del todo).
M. R.- ¿Budista? ¿Te vas a dejar la cabeza como una bombilla?
C.- Puede ser.
M. R.- ¿Y eso? ¿Por qué te ha dado por ahí?
C.- Sabes que está en mi casa, de intercambio de vacaciones, un muchacho de cavernistán, ¿no?
M. R.- Eso he oído.
C.- Pues me está contando cosas de sus creencias y la verdad es que me molan.
M. R.- ¡Qué colgada estás, tía!
C.- ¿Sabes lo que dice Buda?
M. R.- ¡Pues claro que no! ¡No conozco mi religión, que es la verdadera, y voy a conocer una de culistán! ¿no te digo?
C.- No seas burra. Mira, Buda decía que todos los problemas vienen del egoísmo.
M. R.- Pues mi abuela dice que un poco de egoísmo hay que tener…
C.- Y dice que el egoísmo viene de la ignorancia, de que te crees que eres algo y la verdad es que no eres nada…
M. R.- ¡Nada lo serás tú! ¡Yo sí que soy algo!
C.- ¿Sí? Pues déjate de cachondeo y dime qué eres tú, o sea, cuál es tu esencia, eso que no puede cambiar en ti sin que dejes de ser tú.
M. R.- ¿Qué me deje yo de cachondeo, y me haces esas preguntas? Pues mira, yo soy una chica caverniana, alegre, simpática, guapa…
C.- ¡Para, para! ¿A ver? ¿Eres una chica? ¿Y si te cambias de sexo, dejas de ser tú?
M. R.- Mujer, pues un poco sí, o hasta bastante.
C.- Pues los que se cambian de sexo no dejan de creer que son ellos mismos… ¿Qué más? ¿Alegre? ¿Entonces cuando estás triste no eres tú? ¿Guapa? Aparte de que te regalaré un espejo mañana… ¿qué pasa si te cambia la cara y no hay quien te reconozca? ¿No serás tú?
M. R.- Déjate de rollos. Vamos a ver: sólo yo tengo mis recuerdos, nadie sabe lo que yo sé de mí, ¿sí o no?
C.- Pues no… Mira, hace muchos años no tenías los mismos recuerdos, y eras tú misma. Luego has ido cogiendo unos y soltando otros… Y, escucha, ¿qué pasaría si en un accidente (Dios… quiero decir, Buda no lo quiera) se te olvida todo lo que recuerdas? ¿Serías tú o no? ¿Y si te conviertes en un pájaro?
M. R.- ¿En un pájaro? ¡Pájaro el Buda ese! ¿A dónde quieres ir a parar?
C.- Pues lo que dice Buda es que, si te paras a pensarlo, eres nada de nada de nada. Y no sólo tú, sino todo, todo y todo. Y si te das cuenta de esto dejarás de ser egoísta.
M. R.- Sí, claro, y dejarás de tener cabeza ¿no te joroba? Te ha dado el mismo mal que a Espelunca.
C.- ¿Te has parado a pensar, como dice Espe, si todo esto es un sueño, o somos personajes que ha creado alguien y nos maneja y nos imagina como quiere?
M. R.- Pues si nos está imaginando alguien, está claro que tiene que ser un profe de cavernisofía, porque no es normal que nos rayemos tanto como nos rayamos, siendo unos pobres cavernianos.
C.- Vale, pero cuando lo sepas me dices CUÁL ES TU ESENCIA. Y tú, también.
La utilidad de lo verosimil
Hace 6 años
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