-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.

(Platón)



martes, 29 de junio de 2010

Pensamiento en verso. I

Palabras del poeta persa Omar Khayyam (siglos XI y XII). ¿Qué os dicen estos poemas:?

En los monasterios, en las sinagogas y en las mezquitas
Se refugian los débiles a los que el Infierno espanta.
El hombre que conoce la grandeza de Alá
No siembra en su corazón los granos del terror y de la imploración

¿Por qué te afliges, Khayyam,
Sólo por haber cometido tantas culpas?
Tu tristeza es inútil.
Después de la muerte sólo hay la Nada o la Misericordia.

Señor, has puesto mil trampas invisibles en el camino que seguimos
Y has dicho: ¡Desdichados aquellos que no las eviten!
Tú lo ves todo, lo sabes todo, nada sucede sin tu permiso.
¿Somos responsables de nuestras culpas? ¿Puedes reprocharme mi rebeldía?

¿Qué es preferible? ¿Sentarse en una taberna
Y hacer examen de conciencia o prosternarse en una mezquita?
En realidad me da igual saber o no si tenemos
Un dueño, y qué hará de mí, llegado el caso.

Más allá de la Tierra, más allá del Infierno,
Intentaba ver el Cielo y el Infierno.
Y una voz solemne me dijo:
“el Cielo y el Infierno están en ti”.

Considera con indulgencia a los hombres que se embriagan.
Tú tienes otros defectos.
Si quieres conocer la paz, la serenidad, vuelve los ojos
A los desheredados de la tierra, a los que gimen en el infortunio.


Ya nada me interesa. ¡Levántate y escánciame vino!
Esta noche tu boca es la más bella rosa del universo…
¡Vino! ¡Que sea rojo como tus mejillas
Y que mis remordimientos sean tan ligeros como tus bucles!

Oigo decir que los amantes del vino serán condenados.
No hay verdades, pero sí hay mentiras evidentes.
Si los amantes del vino y del amor van al infierno,
El Paraíso debe de estar vacío.

Bebe vino, porque dormirás mucho tiempo
Bajo tierra, sin amigo, sin mujer.
Yo te confío un secreto:
Los tulipanes marchitos no vuelven a florecer.

Escucha este secreto.
Cuando la primera aurora alumbró el mundo,
Adán no era ya más que una dolorosa criatura
Que llamaba a la noche, que llamaba a la Muerte.

En primavera voy a veces a sentarme en la orilla de un campo florido.
Cuando una hermosa muchacha me trae una copa de vino,
No pienso siquiera en mi salvación.
Si tuviera esa preocupación, valdría menos que un perro.

¡Un poco de pan, un poco de agua fresca,
La sombra de un árbol y tus ojos!
Ningún sultán es más feliz que yo.
Ningún mendigo es más triste.


El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia de los hombres: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.
El resultado de tu meditación perpetua: nada.

Todos los hombres quisieran marchar
Por el camino del conocimiento. Este camino,
Unos lo buscan, otros afirman haberlo encontrado.
Pero un día una voz clamará: ¡No hay camino ni sendero!

En el sendero de la vida sólo son felices los hombres
Que se creen sabios, y aquellos otros que no tratan de instruirse.
Yo me he inclinado sobre todos los secretos del universo
Y he vuelto a mi soledad envidiando a los ciegos que encontraba a mi paso

El creador del universo y de las estrellas
Verdaderamente se superó al crear el dolor!
Labios como el rubí, cabelleras perfumadas,
¿cuántas sois bajo la tierra?

Mi nacimiento no aportó el menor provecho al Universo.
Mi muerte no disminuirá ni su inmensidad ni su esplendor.
Nadie ha podido explicarme por qué vine,
Por qué partiré.

Viejo mundo que cruza al galope el caballo blanco y negro
Del Día y de la Noche, tú eres el palacio
Donde cien Djemschids han soñado de gloria y cien Brahmanes
Han soñado de amor, y se han despertado llorando.

Si has injertado en tu corazón la rosa del Amor
Tu vida no ha sido en inútil. O si has intentado oír
La voz de Alá, o si has alzado tu copa sonriendo de placer,
Tu vida no ha sido inútil.

¡Qué vil este corazón que no sabe amar,
Que no puede embriagarse de amor!
Si tú no amas, ¿cómo puedes apreciar
La cegadora luz del sol y la suave claridad de la luna?


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