P.- Hola, viejo alumno.
A.- Hola, maestro siempre joven.
P.- He oído que defiendes una teoría diferente a la mía, y que reniegas de mis ideas sobre el mundo de las ideas.
A.- Sí, maestro, lo siento. Hago caso a mi mente.
P.-
Me parece muy bien. Eso demuestra que eres sabio, o llegarás a serlo. Y
¿qué pegas le encuentras a lo que pienso? ¿No estás de acuerdo con que
hay Ideas, inmutables y universales, que no son fenómenos físicos y
materiales?
A.- No es eso, maestro. Estoy del todo de acuerdo
contigo en que los materialistas se equivocan, y no nos dicen de dónde
salen las ideas universales, porque no las pueden sacar de la materia.
La materia es informe, sin ninguna característica propia, así que no
puede darse ni a sí misma las formas que adopta a cada rato.
P.- Muy bien, ¿entonces?
A.-
Pero creo que quizás tú cometes el error contrario, al negar
completamente lo material. ¿No dices que este mundo es sólo una ilusión,
un reflejo, un sueño?
P.- Eso es. El mundo material es irracional, porque es y no es lo mismo a cada rato.
A.-
Pero existe, creo yo. Tú no nos has explicado nunca cómo se produce esa
ilusión. P.- Es una caída del alma, un olvido de la verdad.
A.- Y
¿por qué se olvidó el alma? Si todo fuese perfecto, como dices, no se
produciría esa ilusión. Yo creo que el mundo no es una ilusión, sino
algo real. Y no ganamos nada negándolo. Para explicar el cambio, creo
yo, hay que aceptar que existen cosas inmutables, las formas, como las
llamo yo, y algo mutable, como la materia, que coge unas formas y suelta
otras. Tú tienes razón en
que
la forma es lo más importante, y hasta creo que existe una forma
separada, el Dios, causa de todos los demás cambios pero inmutable él
mismo. Pero te equivocas, creo, en que las formas existen separadas de
la materia. Las formas son un aspecto de las cosas, y sólo las separa la
mente. ¿No has confundido algo lógico con algo real? Corrígeme si estoy
equivocado, maestro.
P.- Muchacho, siempre creí que tendrías tu propio pensamiento. Quizás tienes razón. Pero, dime: ¿las formas no existen, pues?
A.- No, no de manera independiente. Son aspectos de las cosas. ¿De qué sirve decir que todo está duplicado en otro mundo?
P.-
O sea, que el círculo no existe fuera de los objetos circulares que hay
en la naturaleza, esos que siempre cambian y nunca son perfectamente lo
que son.
A.- Bueno, la forma del círculo está también en la mente, cuando lo separamos de la materia, por abstracción.
P.- ¿Y la mente si existe, es algo real?
A.-
La mente es, también ella, un aspecto de ciertos seres, los
inteligentes. Pero la mente no es una cosa independiente por sí misma,
es una forma. No se puede separar, por lo menos la parte con la que percibimos el mundo, y la memoria y la imaginación.
P.-
Muy bien. Entonces, si desapareciesen los objetos físicos, y las mentes
que piensan, ¿el círculo dejaría de ser lo que es, según tú?
A.- El mundo nunca va a dejar de existir, porque nada puede destruirlo, ya que su movimiento circular es perfecto.
P.- Aunque fuese así, creo que puede imaginarse que desapareciese, o no hubiese existido. ¿Qué pasaría entonces con el círculo?
A.- Bueno, aún estaría en la mente.
P.- ¿En cual, si las mentes son formas de los cuerpos?
A.- Es que hay por lo menos una mente que no es forma de un cuerpo, la del Dios. Ahí siempre estarán las formas.
P.- ¿Y qué diferencia ves entre esa Mente Divina de la que hablas y mi Mundo de las Ideas?
A.- Quiero decir que las ideas no son objetos fuera de la Mente.
P.-
Veamos, dices que sacamos la idea o forma círculo de ver muchos
círculos. Pero ¿sacamos por abstracción, entonces, lo que no hay?
A.- No, sacamos lo que hay, formalmente.
P.- Entonces, el círculo, uno y el mismo, ¿está en infinitos sitios a la vez?
A.- Sí, la misma forma está en muchos objetos.
P.-
Y ¿crees que la misma, exactamente la misma cosa, por ejemplo, el
Círculo, puede estar en diferentes sitios a la vez? ¿Eso te parece más
sensato que decir que lo que hay en diferentes sitios son sólo copias
del mismo único ser, el Círculo en sí mismo?
A.- Pero ¿qué sentido tiene decir que existe algo que no está en ningún sitio?
P.-
Bueno, yo digo que las Ideas están en sí mismas, en su propia realidad,
como debe pasarle a este mundo físico tuyo ¿no? Pero, dime, ¿ese Dios
del que hablas, tiene un conocimiento perfecto de las cosas?
A.- Perfectísimo.
P.- Y ¿las piensa como cambiantes y materiales?
A.- No, claro… porque él mismo no cambia.
P.- ¿Las piensa, entonces, eternas e inmutables?
A.- Sí.
P.-
O sea, su pensamiento es perfecto, y piensa las cosas como eternas e
inmutables, luego las cosas son, en verdad, así, eternas e inmutables, y
somos nosotros, mentes imperfectas, las que lo vemos de manera
cambiante ¿no se deduce eso?
A.- Sí parece.
P.- Y ¿qué es esa materia que dices tú que se mezcla con las formas?
A.- En sí misma no es nada, porque puede ser cualquier cosa.
P.- O sea, no tiene ninguna propiedad, pero ¿existe?
A.- No, no existe separada de la forma.
P.- Y ¿cómo la conoces?
A.- Porque veo que el cambio no se puede reducir a puras ideas estáticas.
P.- Pero ¿no tienes de la propia materia una Idea, la que yo he llamado Idea de Lugar, vacía y
homogénea por todas partes?
A.- Sí.
P.- O sea, que si mezclas las otras Ideas con la Idea de Lugar ¿no tienes ya todas las cosas que ves?
A.- Puede ser, pero sigo diciendo que las ideas son estáticas, sin movimiento.
P.- Y ¿percibes tú el movimiento, o sólo Ideas en diferentes mezclas?
A.- No estoy seguro, maestro. Veo que el asunto es más difícil, y que podría haber estado otros veintitantos años en tu escuela…
P.-
Los humanos tenemos un conocimiento incierto. Sigue intentando defender
ese camino que has tomado, porque creo que tiene mucho a su favor.
A.- Gracias, maestro. Pero mejor sería que lo defendieras tú mismo.
P.-
Yo soy un místico, y prefiero creer en mi mundo perfecto y en que todo
lo demás es una ilusión. Tú tienes los pies más en el suelo. Esa teoría
te pertenece por derecho propio.